sábado, 17 de abril de 2010
"SU MISIÓN"
para Germán.
Aborrecido por la rutina de las páginas de contactos y buscando algo de acción decidí indagar nuevos sitios en la red. Explorando llegué hasta tuesclavo.es. Allí le encontré a él.
Y me di de bruces ante mi ignorancia por todo un mundo que desconocía. Lo primero que me llamó la atención fueron sus fotos. Fotogramas de una limpieza general en un piso, supongo del Eixample barcelonés, donde se le veía en todo su esplendor, radiantemente sumiso, con una fregona en la mano, un delantal cubriendo la desnudez de su cuerpo a juego con un antifaz, tirado por los suelo, feliz entre una suciedad que él troquelaba en pulcritud. A medida que iba mirando sus fotos mi curiosidad iba creciendo, y se hizo gigante cuando su nick (la_chacha_bcn) abofeteó mis pupilas.
Intrigado a la par que aturdido, y también algo caliente (todo hay que decirlo) me puse en contacto con él, que como buen sumiso aceptaba la propuesta de limpiarme el piso de arriba a abajo, antes de obsequiarle con una buena follada que le prometí y me prometí ya que él no estaba nada mal. Era lo menos que podía hacer. Me iba a librar de una de las tareas del hogar que mas odiaba. Matando dos pájaros de un tiro concertamos la cita para el día siguiente.
Sabiendo que venía a dejarme el piso como una patena esa noche no fregué. Una torre inclinada de platos sucios le construí, algunas colillas no accidentalmente se me cayeron al suelo, me di un baño de varias horas, capoteé como el enano que soy, llené los ceniceros a causa de los nervios y me fui a dormir pensando en frases para amaestrarlo, engolando la voz y ensayando el tono perfecto para tal sumisión.
…...........
Al levantarme me di cuenta de que el piso se había convertido en un vertedero. Me dio miedo tanto desorden y huyendo de él bajé hasta el badulake de la esquina para comprar todos los productos de limpieza habidos y por haber. Había llegado el día. No me afeité, me dejé una punzante barba para darle más autenticidad a mi nuevo papel de amo y me puse a esperarle.
Llegaron las 5, y con las 5 llegó él. Cabizbajo, se deslizó por la puerta que había dejado entreabierta y sin mirarme a los ojos comenzó a comerme la polla, de rodillas. De vez en cuando me miraba, supongo que como un Dios, cuestión de perspectivas, pero rápidamente volvía a su labor de dejarme la polla reluciente. Cuando ya me cansé y se apagó el cigarrillo que me fumaba le levanté. De un empujón y sin mediar palabras le coloqué contra la pared, le bajé el pantalón, me puse un condón y le embestí con tal fuerza que casi pierde el equilibrio. Tirándole del pelo con una mano y tapándole la boca con la otra me corrí sobre su ojete. El se pasó la mano por mi leche, por su ojete aun caliente y la tiró al suelo. Algo más que limpiar, seguro que pensó. Yo me subí el pantalón y me encendí otro cigarrillo, orgulloso del polvazo. El quiso correrse pero no le dejé.
Ahora a limpiar, cabrón. ¡Y no te dejes nada sucio porque te vas a enterar!
El ni rechistó. Sacó de su mochila el antifaz de las fotos y se lo colocó. Yo fui al vestidor y le coloqué un corsé que tenía de mi época drag y un delantal que ya había seleccionado el día anterior mientras hacía los preparativos.
Me tumbé en el sofá, a ver un poco de tele para relajarme (más) después de tal follada y él se fue a la cocina. Quería (debía) empezar por allí. Era curioso que apenas hablaba. Su mirada y el suelo se complementaban muy bien. Media hora después se acercó a la habitación, cabizbajo y pálido, para decirme que había reventado el corsé. Habían pasado muchos años desde que yo no lo usaba... Le recibí con una hostía que el secundó con un gemido y un minúsculo ay.
- Bueno, no pasa nada. Te doy permiso para que te lo quites.
- Ok señor- respondió él.
Ya casi se iba a continuar con “sus labores” cuando, esta vez mirándome a los ojos me dijo:
-¿Y esta vez, por ser la primera cuanto me vas a cobrar?
No podía creer lo que estaba escuchando. Sin quererlo ni buscarlo estaba metido en medio de una chapa donde él me pagaría (encima) por dejarme el piso pulcro. Era un tanto subrealista la situación e intenté que mi cara no reflejara el bloqueo mental que tenía en ese momento. Yo no daba crédito.
50 euros.
¿Solo?- dijo “por lo bajini”.
Por ser hoy la primera vez está bien así... Ya veré como dejas el piso hoy y si no estoy contento subiré la tarifa la próxima vez. No lo dudes.
Si señor. ¿Puedo seguir con la limpieza?- dijo de soslayo, sin regalarme una mirada. Con lo que a mi me gusta una mirada...
Ya estás tardando- Y le di un cachete en el culo que hasta a mi me dolió.
Estaré hasta las 9. ¿Esta bien? -Me dijo ya de espaldas. De su culete aún colgaba un hilo de semen que hasta le quedaba bien.
Perfecto. ¡Anda tira!- le ordené con cara de pocos amigos. Y con el bote de lejía en la mano y un paño se fue hacia la cocina a seguir con su misión.
Yo estaba en lo mío, intentando digerir el hecho de que le iba a cobrar, que había hecho un buen trueque y que había sido una suerte enorme haberme aburrido de las páginas de contacto y aterrizar, con el piso hecho un asco, en tueslavo.es.
Así pasaron las horas, yo tumbado como El Rey del Mambo, él pegándose un curro que no veas pero feliz. Hasta que a las 8 menos cuarto, cuando él terminaba de hacer mi habitación, cansado de no hacer nada yo me acerqué hasta él y le susurré.
-Por hoy ya está bien.
El miró el reloj de pared que había encima de la cama.
-Aun faltan quince minutos- me increpó casi enfadado.
-¡Pues hala, metete en el baño entonces y acábalo que aun esta hecho una mierda!
Y allí fue. Yo detrás, con la cámara de video. Quería tener un recuerdo y una prueba fehaciente para cuando se lo contara a mis amigos porque estaba segurísimo que no se lo iban a creer.
¿Te importa que te grabe?
Haz lo que quieras conmigo. Y si quieres colgarlo en internet a mi no me importa. Usted manda, amo.
Ok. Y apreté el on con media sonrisilla picarona.
Quince minutos después, y con el piso como los chorros del oro me estaba despidiendo de él. En cierta medida también tenía ganas de acabar ya la representación teatral de casi toda una tarde. El se vistió, me dio 50 € y marchó cabizbajo, melancólico, abatido, fugaz. Esperé que pasaran unos pocos minutos y le mandé el siguiente mensaje:
hay k ver cómo me has dejado l piso, han faltado cosas x limpiar.
(A veces mentir me da bien.) El no tardó en responder.
Lo siento amo, la próxima vez lo haré mejor.
Eso spero, y cuenta cn k la próxima vez será muy pronto y k te cobraré + xk no stoy conforme cn lo k has hecho, perro.
No hay problemas. A sus órdenes. Y no me llames perro, amo. Llámame chacha.
Tras recibir este mensaje apagué mi teléfono móvil y me sonreí. Era demasiado para un sólo día. Me puse a disfrutar de mi piso haciéndome una buena cena, volviendo a la realidad de mi personaje y con los 50 euros me he hecho socio plus de tuesclavo.es. En dos días volverá a casa. Ya tengo el modelito preparado. Voy de lederón cabrón. Y hasta un amigo me ha dejado un látigo y un arnés para su boca. Por cierto, mis incrédulos amigos, al ver el video, no hacen más que pedirme encarecidamente su teléfono. Vienen continuamente a mi piso desde que está mas limpio, supongo que porque están más cómodos ahora en él. ¿O quizás es por su teléfono? No lo sé. En cualquier caso yo no se lo doy. Mi casa y sus rincones se enfadarían conmigo. Yo sería el de antes, y eso ya no me mola.
Su teléfono, desde el día en que él/ella me abofeteó las pupilas apareciendo y haciéndose real se ha convertido en mi número favorito, mi salón de juegos, mi fusta, mi mistol, mi tesoro... y no paro de hacer fiestas en casa para dejarla bien sucia y hacerlo aparecer.
Y ahora: ¿quién es el amo?
JAVIER BRAVO.
Barcelona, 7 de abril de 2010.
"CON TEMA O SIN ÉL"
(dos blancas versiones)
A
Con tema o sin él traficaré en su pecho
y entre su vello inerte yo me colocaré.
Le secaré los jugos que insaciable destila,
recogeré cogollos del sexo que me da,
no habrán más papelinas que las de sus cosquillas
y cuando el orgasmo
cual fiel contorsionista
penetre entre los poros que aderezan mi piel
será protagonista del vuelo el artista
que se droga del acto
cabalgando sin red,
deletreando sus ojos (porque en ellos hay tema),
partiéndome en mitades
y ansiando recaer.
B
Viajar de esta manera con tema, y contigo,
es como en globo de helio planear sobre el placer.
Las líneas y el espejo donde ellas se miran,
esa sed de tu boca,
la boca de tu sed
me dan una inquietud con semblante de “mono”,
irremediablemente es muy fácil caer.
Pero si en un momento
por aquí no estuvieras
violando mis reflejos
yo te echaría en falta y no podría dormir;
mas se que te tendría, carero y adictivo,
cada vez que de blanco maquille mi nariz.
Inhalaré profundo sabiendo que estás lejos
buscaré entre recuerdos
y cercano a una roca te encontraré, excitado,
tirado en mi garganta,
durmiéndome la boca,
jugando con mis dedos
y pidiéndome
más.
JAVIER BRAVO.
Barcelona, 9 de abril de 2010.
"CON DOS CONDONES"
Ellos siempre estuvieron en la cartera de Juan hasta aquella tarde en que su portador fue como cada viernes a hacer la rutinaria compra. Esta vez no iría al Día de la esquina. Optaba por el Mercadona de Avenida de Roma, un poco más lejos pero mejor surtido y con precios de escándalo. Se acercaba un fin de semana que deseaba tranquilo, se asomaba el buen tiempo y nada le apetecía más que quedarse en casa, acompañadamente sólo, viendo pelis, disfrutando de su hogar y con la nevera llena.
Desde que Juan entró con su carrito al popular supermercado le echó el ojo a un cajero que se lo merendaba con la vista. Jordi se llamaba. Lo supo porque lo leyó en el pin de su camisa. Juan se hizo el interesante sin dejar de mirar y fue a perderse entre frutas y verduras. De vez en cuando pasaba por caja mientras el habitante que la habitaba le devolvía la mirada.
A esas alturas Juan tuvo dos cosas claras: que volvería a ese Mercadona más a menudo y en que caja siempre iría a parar.
Y así fue. Con la compra ya hecha, mareado y nervioso a la par que curioso se acercó donde estaba Jordi, sentado y babeando. Al llegar su turno ambos se dijeron un hola meloso y comenzó el apuesto cajero a pasar los productos por la máquina de los pitidos. En cada pitido flirteante Juan pensaba “te comería entero”, “te llenaba de nata”, “ te sacaría el zumo”, “me quedaría frito contigo”. La gran suerte era que los pitidos sonaban alto porque si así no fuera estoy seguro que las personas del super escucharían lo que cochinamente pensaba Juan, de tan fuerte que lo pensaba. Una vez pasados todos los productos fue a pagar, y al sacar la cartera del bolsillo trasero del pantalón, los verdaderos protagonistas de esta historia cayeron al suelo.
Juan se sonrojó, supongo que por vergüenza. Y Jordi se sonrojó más cuando se percató que lo que había salido disparado del bolsillo no habían sido nada menos que dos condones. El primero y dueño de tan sugerentes tentaciones se agacho a recogerlos y los apretó contra su mano, ruborizado. Guardó la comida en bolsas como un rayo e intencionadamente dejó olvidado los profilácticos sobre el mostrador, mostrándoselos a Jordi que se dio cuenta y los guardó.
Juan se fue canturreando, valiente y altanero, maquinando una estrategia.
Dos horas y media después, cuando faltaban cinco minutos para cerrar el Mercadona apareció Juan con dos c... quedándose en la calle, frente al puesto de Jordi, que al verlo hizo la caja más rápido que nunca. Salió disparado una vez plegó y le estrechó su mano. Juan se la cogió un buen rato y le explicó que había regresado para recoger algo que había extraviado. Jordi sacó los condones del bolsillo de su camisa y le dijo “¿esto?”. A lo que el otro respondió un sí pálido y no muy convincente. Jordi los depositó en su mano que aun apretujaba él respondiéndole un “y ahora qué?”. “Vivo cerca, si quieres te invito a una copa de vino en casa”. “Buen plan, me punto”. Y se apuntó.
Allá fueron, descubriéndose y explorándose, hablando de todo un poco, comenzando por el tiempo que ya era una maravilla hasta de lo bonita y canalla que se pone Barcelona cuando es acariciada por unos rayos de sol. Llegaron a casa y tras cerrar la puerta se engancharon en un morreo interminable y glutinoso, como cuando no te quieres desatar de alguien. El morreo fue el preámbulo de encontrarse desnudos y regalándose un buen revolcón de primavera, ya que la sangre altera.
Y llegó la penetración. Jugarían al “yo a ti y tu a mi” cual perfectos versátiles. Jordi sería el primero en poner el... deseo. Juan sacó del bolsillo los condones caídos antes en el super y los puso cerca de él. Sonrió al darse cuenta de lo predecesor de la historia y que fueran esos mismos preservativos quienes los iban a juntar esperando ambos que lubricadamente fuera para siempre.
Retozaron, se volvieron locos, se cataron, acabaron la nata comprada, sudores como zumo, se comieron enteros de arriba a abajo y de pe a pa, y llenaron a los protagonistas de esta historia de un líquido blanco y viscoso parecido a la pasión.
Dejaban, pues, a esta historia sin protas para convertirse ellos en las estrellas de ésta su historia. Cuando acabaron, fritos, se quedaron mirando fijamente sin saber qué hacer. Jordi, el cajero, pensó en que quizás no le volvería a ver a la vez que Juan pensaba lo mismo y comenzaba a vestirse. Odiaba las despedidas. Pensó en voz alta: “Mañana regresaré al Mercadona a buscar lo que he olvidado”. “Pensaba que eran los condones. O es que te dejaste algo más”. Juan respondió poniéndose la chaqueta, metiendo la mano en el bolsillo y sacando de ella una bolsa llena de los clonados profilácticos. “Mira cuántos tengo para perderlos por ti”.
Y se fue canturreando, valiente y altanero, maquinando otra estrategia.
JAVIER BRAVO.
Barcelona, 11 de abril de 2010.
jueves, 8 de abril de 2010
"¿PRELIMINARES?"
¿Dónde quedó el querer robar un beso
jugando a las caricias, y en carrusel
poder pasearme por una nueva piel,
encontrar en el sexo un nuevo acceso?
¿Dónde están los azotes, los abrazos,
el ser un Sherlock Holmes, un callejón,
un susurro o intento de aproximación,
el perseguir de incógnito unos pasos?
La culpa es de internet y de este tiempo
de facilona y ágil eyaculación.
Nos exilia del pre calentamiento
y carentes de todo sentimiento
vamos en cuatro patas hasta la acción
obviando el mejor lujo de este invento.
JAVIER BRAVO.
Barcelona, 25 de marzo de 2010.
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