viernes, 8 de octubre de 2010

"EL ENAMORADIZO DE NARCISO"



Tan enamoradizo y sexual era Narciso que nunca lograba sacar un beneficio de una relación duradera, algún resquicio. Una vez conseguida su presa perdía el juicio y era homenajeada con cuernos y estropicio. Nunca fue su intención causar un maleficio pero finalmente siempre, precipitándose, hallaba un precipicio. Nada podía hacer, pues ése su oficio. Una vez que el cuerpazo y el “feeling” de un Patricio le erizaba su vello no podía negarse aunque fueran ficticios, hasta que en la escena entraba otro novicio al cual él apuntaba con su flecha y su auspicio. Le ayudaba la suerte. Magnífico ejercicio.
Un día se percató, Narciso el vitalicio, que acabaría sólo y lleno de perjuicios. Muerto de miedo en medio de un oscuro edificio decidió a la fidelidad jugar cual sacrificio y quitarse de encima sus punzantes suplicios. Los otros, los cazados, al ver este reinicio, víctimas del pánico y con escepticismo comenzaron a dejarle sin apenas fornicio. Fue cuando se dio cuenta el caliente Narciso que en el mismo coto, tan enamoradizos, siempre estaban los otros buscando un orificio para entrar sin permiso y montar su bullicio tal como había hecho siempre el sexual susodicho. Y sentado en un quicio, meditabundo hospicio, pasó un nuevo Patricio, le lanzó un gentilicio, no le juró al amor e hizo lo propicio: olvidar los te quieros y pasarlo de vicio.



JAVIE BRAVO.
Barcelona, 5 de septiembre de 2010

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